José Noriel Portillo Gil, era el líder de la plaza “Gente Nueva”, considerado como el brazo armado del Cártel de Sinaloa en Chihuahua. Es decir, lideraba a un grupo criminal que formaba parte del cártel y cometía crímenes violentos como secuestros, asesinatos y narcobloqueos en la entidad.

En junio de 2022, se dio a conocer la noticia del asesinato de dos sacerdotes jesuitas que fueron atacados por unos sicarios dentro de una iglesia, luego de darle refugio a un hombre que estaba siendo perseguido por el narco.

Nueve meses después del crimen, apareció un cuerpo abatido a sangre fría y abandonado por los caminos perdidos de la sierra Choix. En el contexto de violencia que se vive en todo el país, se pensó que era una víctima más, pero luego de las investigaciones se dio a conocer la verdad, era la persona por la que ofrecían 5 millones de pesos de recompensa.

El cuerpo de “El Chueco” tenía el agujero de un balazo en la cabeza y un rastro de 16 cartuchos de munición gastados a su alrededor. Cuando avisaron a la policía que había un hombre asesinado en la sierra, el cadáver llevaba ya 24 horas abandonado sobre el polvo de un camino entre las aldeas de El Chinal y Picachos.

“La Compañía de Jesús”, organización religiosa a la que pertenecían los dos sacerdotes asesinados, aseguró en un comunicado que la aparición sin vida de “El Chueco” no puede considerarse como un triunfo de la justicia ni como una solución al problema de violencia en Sinaloa, sino que demuestra un fracaso del Estado mexicano frente a sus deberes de seguridad y confirma que en la región, las autoridades no detentan el control territorial.